Luego del “Maracanazo” uruguayo en 1950, tuvieron que pasar 12 años para que la pelota volviera a rodar en suelo sudamericano. Chile, que seis meses antes del inicio de la Copa del Mundo, había sufrido un durísimo terremoto logró con mucho esfuerzo organizar un torneo que estuvo por encima de todas las expectativas, teniendo en cuenta que el desastre había golpeado a sus puertas.

Fue la ocasión ideal para que Brasil revalide el título conseguido cuatro años antes de la mano de un grupo fantástico, que al día de hoy sigue en los máximos pedestales del fútbol mundial.

Con la lesión de Pelé en el inicio de la competencia (tras marcar en el primer juego contra México, una falta de un jugador de Checoslovaquia lo dejó fuera del torneo), apareció en escena otro “mágico” para conducir a la “Canarinha” a su segunda corona: Manuel Francisco dos Santos, más conocido como Garrincha.

Así lo apodó uno de sus hermanos, ya que definía a la perfección cómo era este extraordinario extremo brasileño. Garrincha es el nombre de un pájaro que vive en el Mato Grosso brasileño; tiene una velocidad extrema pero al mismo tiempo es demasiado torpe. Y así era él. Un delantero totalmente imprevisible cuando entraba al área. Algo raro en su forma de caminar debido a las secuelas que le había dejado una severa poliomielitis. Dentro de la cancha era un verdadero genio, pero fuera de ella una persona, despistada, ingenua y no tan “despierta”.

Según aseguran que el día de la final del Mundial, Garrincha interrumpió la charla técnica del Aymore Moreira (DT de la “Verdeamarelha”) para realizar una curiosa pregunta: “¿Hoy es la final?”, dijo “Mané”; y cuando le respondieron de manera afirmativa, prosiguió: “Ah, con razón hay tanta gente”.

“Garrincha es muy débil mentalmente. No es apto para desenvolverse en un juego colectivo”, había dicho Joao de Carvalahaes, psicólogo que había ayudado a la selección brasileña a recuperarse del “mazazo” de 1950 y encaminarla hacia el título de 1958. Sin embargo, el mundo del fútbol terminó cayendo a rendido a sus pies.

Sin Pelé, que le dejó su lugar a Amarildo, fue Garrincha el que llevó a Brasil a lo más alto del mundo por segunda vez consecutiva, consagrándose como el mejor jugador del Mundial. Ese amague de ir hacia el centro y escapar por la derecha en busca del gol fue una marca registrada. Esa fue el arma preferida de una selección que fue un tromba, un combo explosivo de fútbol y goles. Brasil ganó cinco de los seis partidos que disputó –sólo empató el segundo partido, contra Checoslovaquia, en el que acusó el impacto de perder a Pelé-. Marcó 14 goles y sólo encajó cuatro.

Djalma Santos, Mauro, Zito, Vavá, Didí y Amarildo fueron actores secundarios que acompañaron a un “Mané” brillante.

Y los checos, que habían logrado robarle un empate a Brasil durante la fase de grupos, no pudieron torcerle el brazo en el juego decisivo que se jugó en el estadio Nacional de Santiago el 17 de junio.

Si bien Checoslovaquia logró pegar primero gracias a una conquista de Josef Masopust, no pudo hacer para sostener la gran artillería brasileña. Amarildo empató dos minutos después y, si bien Garrincha no estaba teniendo un buen juego en la final, su nivel fue superlativo durante la etapa final.

“Mané” estuvo intratable durante ese período. Fue una pesadilla para sus rivales y condujo a una selección que cerró el duelo con los goles de Zito y Vavá, defendiendo el trofeo logrado en Suecia 1958.

Así Brasil volvió a enamorar al mundo con su juego. De la mano de Garrincha, ese petiso con piernas en forma de paréntesis por el que nadie daba dos mangos fuera de la cancha; pero que una vez adentro se transformaba en un “demonio” indescifrable para los zagueros, que hacía lo que quería con la pelota en sus pies.

A construir un Mundial desde la nada misma

Luego de cuatro años de arduo trabajo para modernizar casi todo el país, especialmente en cuanto a transportes y telecomunicaciones, todo se vino abajo con el terremoto que sacudió a Valdivia, el 21 de mayo de 1960. El sismo destruyó casi todo y obligó a cambiar casi toda la programación del Mundial, ya que las ciudades afectadas quedaron fuera del mapa de la competencia.

España, una selección llena de foráneos

España llegó a Chile 1962 con cuatro jugadores de diferentes nacionalidades en su plantilla: Ferenc Puskas (húngaro), Eulogio Martínez (paraguayo), José Santamaría (uruguayo) y Alfredo Di Stéfano (argentino). Por esa razón la prensa chilena bautizó a la “Furia Roja” como “La ONU”.

Un estadio del “primer mundo”

El “Nacional de Santiago” había sido inaugurado en 1938, pero fue remodelado para la ocasión. Quedó una “pinturita” y el día de la final albergó a 68.679 espectadores.

Doble mazazo
Argentina se candidateó para ser sede del Mundial en 1962. Pero Chile le ganó la votación 32 a 10. Ese fue el primer golpe para un equipo híbrido que, tras ganar en el debut a Bulgaria, cayó con Inglaterra, igualó con Hungría y se volvió a casa.
Curiosidades
Histórico: El colombiano Marcos sigue siendo el único en marcar un gol olímpico en la historia de los Mundiales. Fue en Chile ‘62 y se lo marcó a uno de los mejores porteros de toda la historia: Yashin.
Una buena marca: Vavá fue el primer jugador en marcar en dos finales distintas en los mundiales. Lo consiguió anotando en Suecia 1958 y en Chile 1962.
Triunfo para el recuerdo: Tras perder con Brasil y España, México logró su primera victoria en un Mundial. Fue 3-1 sobre Checoslovaquia.

Doble mazazo
Argentina se candidateó para ser sede del Mundial en 1962. Pero Chile le ganó la votación 32 a 10. Ese fue el primer golpe para un equipo híbrido que, tras ganar en el debut a Bulgaria, cayó con Inglaterra, igualó con Hungría y se volvió a casa.

Curiosidades

Histórico: El colombiano Marcos sigue siendo el único en marcar un gol olímpico en la historia de los Mundiales. Fue en Chile ‘62 y se lo marcó a uno de los mejores porteros de toda la historia: Yashin.

Una buena marca: Vavá fue el primer jugador en marcar en dos finales distintas en los mundiales. Lo consiguió anotando en Suecia 1958 y en Chile 1962.

Triunfo para el recuerdo: Tras perder con Brasil y España, México logró su primera victoria en un Mundial. Fue 3-1 sobre Checoslovaquia.